Es fundamental que el paciente esté plenamente convencido a la hora de someterse a una intervención. El cirujano debe asegurarse de que la decisión del cliente está basada en motivaciones correctas. Un procedimiento cosmético de cualquier tipo es algo a considerar con cuidado, no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Muchos pacientes acuden a la consulta con expectativas poco realistas y motivaciones cuestionables, tanto con los resultados que desean obtener como con los efectos que creen que la intervención puede tener en su vida.
Las motivaciones son diversas: corregir deformidades o asimetrías de alguna parte del cuerpo, tratar de mejorar la imagen que se tiene de uno mismo y con ende la autoestima, buscar un aspecto más juvenil, más exuberante o más bello, recuperarse después de algún cambio físico tras un embarazo, un accidente, una enfermedad etc.
Los problemas comienzan cuando un paciente desea emular los resultados obtenidos por otra persona, o por alguna celebridad. Cada individuo es diferente y los resultados de los tratamientos cosméticos dependen de la forma del cuerpo de cada persona. Es muy difícil generar rasgos nuevos en una persona sin que luzcan artificiales. Estás personas acuden a la consulta con expectativas poco realistas, influidas por los modelos de belleza que nos impone la sociedad. El cirujano debe ser capaz de proporcionar un asesoramiento honesto acerca de la mejor opción para cada paciente, y si fuera necesario, aconsejarles para que no sigan adelante con el tratamiento.
Muchos pacientes con baja autoestima, problemas emocionales o depresión creen que la cirugía puede resolver todos sus problemas. Hay que tener claro que un buen resultado tras una cirugía estética puede mejorar la apariencia física y la autoestima, aportando aspectos positivos para la vida de las personas, pero no debe utilizarse como solución para los problemas personales. Un arreglo estético no va a solucionar un problema de insatisfacción profundo, hay dificultades en la vida que no puede alcanzar un bisturí.
La decisión de operarse debe salir de uno mismo, por voluntad propia, no hay que dejarse influir por los comentarios o las presiones de terceras personas, o por agradar a alguien. Es importante que usted tome la decisión de seguir adelante con la cirugía por las razones correctas, mientras se esté en el estado de ánimo adecuado.
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